Episodio CDXX (420) – CRONICA DE UNA CAIDA CABR*NA (PARTE 4)

16 de octubre de 2025

Introducción

En el episodio pasado, pues detallé el proceso después de la caída.  Creo que me quedé en lo que pasó cuando volvió al trabajo esa tarde.  Y si es así, pues continúo.  Hay que aclarar que nuestro amigo José todavía no quiere hablar y que esta es la versión según la interpretación de hechos contados por él.

Pues después de caminar de vuelta y con dolor, José llegó a su lugar de trabajo.  Obviamente, ya sabían lo que había pasado, pero no sabían la magnitud.  Aunque para ser sinceros, estoy seguro que él no estaba consciente de la magnitud y la gravedad de la situación.  ¿Estaba caminando?  Sí.  ¿Respiraba?  Sí.  Con eso para él era suficiente.

El problema fue que un simple machucón, como él pensaba, el brazo se comenzó a hinchar como si fuera un globo y se estaba poniendo bien duro.  Eso es el sueño de todo hombre, pero, no en el brazo, por si me entienden.  Y para hacer el complemento perfecto, el dolor se comenzó a intensificar.  Quizás no llegaba al nivel de dolor de lo que fue su parto, cuando tuvo varias piedras en el riñón, pero era fuerte.  Ahí empezó a preocuparse y quizás pensar que no sólo fue un golpe, sino que ya pasaba a niveles de MEGA golpe.

Para pasar la tarde, se tuvo que tomar de esas pastillas que le dan a la gente que tiene mucho dolor y que se supone que son recetadas.  Pero, como en este país todo es al garete, aunque los políticos digan que somos un país de ley y orden, se las tomó, sin importar un carajo los efectos, de haber alguno.  Sólo buscaba alivio para el dolor y así poder continuar con su vida.

Pasaban los minutos y ya el brazo estaba como uno de los bíceps de La Roca.  Cuando fue la hora de salida, se montó en su vehículo con el propósito de buscar a su hijo en la escuela.  Dio gracias a Dios porque el carro no era de transmisión manual, porque si llegaba a ser así, no había forma de mover ese carro.  Con una mano, imposible.  Así que, aplicó sus conocimientos del manual ‘Como guiar con un brazo” y, aunque trataba de poner a funcionar el brazo afectado, pues era bien difícil.

Era difícil, pero lo logró.  Llegó a la escuela, recogió al muchacho y le explicó lo que había pasado.  Y aunque el chico le creyó, todavía no podía creer que su padre había sido tan pendejo de caerse en un lugar público.  En el trayecto, él se daba cuenta de que su padre había cambiado la forma de conducir, pero aún no había visto el área afectada.  En ese momento, no había marcas ni hematomas, sólo la hinchazón, pero eso era más que suficiente.

Cuando llegó a la casa, eso fue otra historia.  Y con su permiso, me retiro y sigo en una próxima ocasión.  Estén pendientes.  Pero antes de retirarme, ¿se dieron cuenta de un detalle?   ¿Algo que falta?

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