16 de noviembre de 2025
Introducción
¡Hay que joderse! Con este pensamiento positivo comienzo hoy. De verdad que uno trata de ser paciente, pero no se puede. Quizás soy yo que estoy mal, pero, ¡COÑO! Pero nada, voy a respirar e intentar hacer una narración coherente en el día de hoy. Así que prepárense, porque lo que viene es mejor que una cerveza fría al mediodía.
Sala de tratamiento
¿Dónde me quedé? Okey, ya recordé. Lunes en la madrugada, ya en la sala de tratamiento de Centro Médico. Y aunque nuestro amigo descansó, no fue algo maravilloso, porque al lado estaba otra persona que había tenido un accidente y lo iban a operar.
Allí el día anterior llegó media humanidad para hablar con él y tuvieron un alboroto como hasta las ocho de la noche, que era la hora que se terminaban las visitas. Pero la conversación continúo el resto de la noche con la persona que se quedó con él. Por lo tanto, aunque durmió de momentos, con las interrupciones del vecino, su acompañante y las enfermeras, la calidad del descanso no fue mucha.
Con tres dosis de morfina para el dolor en el sistema y cerca de las diez de la mañana, le dieron la cuarta. Ya a la habitación había llegado su esposa y, como le dijeron que lo iban a operar, pues no podía comer y no le programaron ni desayuno ni almuerzo. En consecuencia, cuando le aplicaron la dosis del medicamento, el hombre se fue en blanco. ¿Cuánto tiempo pasó? Si le preguntan, el no tiene la más puta idea.
Ya cerca de la una de la tarde, le dijeron que no lo iban a operar, por lo que podía comer algo. Ya era hora, lo tenían en ayuno intermitente por gusto de la gente que no le importaba un carajo. Después de otra dosis de medicamentos y varias visitas de las enfermeras para tomarle los vitales, por fin pudo descansar algo. ¿En realidad lo hizo? Quien sabe.
Dicho sea de paso, y que no se me olvide, durante todo el día, la compañía que iba a suplir los materiales para la operación estuvo llamando a las oficinas del plan medico para que otorgaran la autorización de la dichosa bandeja quirúrgica. En todo el día, el personal de la compañía estuvo llamando a la esposa de José pidiéndole toda la información que el dichoso plan médico le estaba solicitando.
¿Saben qué? Ese lunes los mediocres del plan médico nunca contestaron, ni en la negativa ni en la positiva. Aun así, la cirugía seguía en pie. En verdad que los planes médicos sólo existen para cobrar las mensualidades, dar mal servicio y matar a sus clientes. La bandeja era costosa, pero carajo, era necesaria para hacer la operación. Eso es los que los burócratas de corbata de la milla de oro no entienden. Su propósito es hacer ganancias, no la salud de sus suscriptores. Por eso, ¡FREE LUIGI!
Eso querían, eso tienen.
Debido al incidente del mareo en la mañana, su santa esposa llamó a la madre de José para que se quedara con él en la noche. Algo que en realidad no era necesario. A eso de las cinco de la tarde llegó a la sala de tratamiento.
Al tipo este (y si, le dije tipo) lo deben querer mucho. Porque para que una señora que ya esta en los ochenta años se vaya a un hospital que no tiene ninguna facilidad para que los que están con los pacientes puedan al menos descansar cómodos a amanecerse, pues eso es quererlo mucho. Y allí, al pie de la cama, pues estaba ella, hizo una almohada con una toalla y se acomodó mientras intentaba descansar.
Don José pues intentó no molestarla mucho. Primero consideraba que no era necesario que estuviera allí, como lo mencioné anteriormente. Aún con todo el dolor que sentía, él se podía mover, ir al baño y en realidad, el estar recostado no lo incomodaba. De vez en cuando se levantaba en la cama, se sentaba, intentaba estirarse y volvía a recostarse. No en balde cuando le tomaban los vitales la presión sanguínea era la de un bebé.
Pero entonces estaba ella, tratando de acomodarse, descansar un rato, pero muchas veces eran las enfermeras las que formaban el alboroto, especialmente en el cambio de turno. Esa noche no descasó muy bien. Por lo que, cuando la fueron a recoger al hospital al otro día en la mañana, llegó a la casa y durmió lo que no había dormido. Pero como dicen, madre es madre, aunque tenga a un pendejo como hijo.
Terminó el lunes, llegó el martes. El día que iba a ser la operación. Pero lo que ocurrió ese día, lo dejo para narrarlo en el próximo episodio.
Eso queréis, eso vas a tenéis.
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