21 de noviembre de 2025
Introducción
Llegamos al quinceañero de las crónicas. ¡Eso es! Pero como estoy que no me soporto, pues vamos a seguir narrando la historia del pendejo de José. Respiro profundamente. Y empiezo.
Y no se hizo nada
Miércoles. Después de haber dormido placenteramente debido al pase de Benadryl, José volvió a tomar conciencia como a las diez de la mañana. A diferencia de los días anteriores, le llevaron desayuno. Eso quiere decir que no tuvo mareos a causa de la morfina, Benadryl, o cualquier otro opioide que le hubiesen suministrado. Eso quiere decir que, después del desayuno, se podía drogar lo que quisiera y no pasaba nada. ¡Amen hermano!
Como en el día anterior, pues la esposa fue al área de ortopedia de emergencias y ellos le recomendaron que fuera a las oficinas del maldito plan médico para conseguir la autorización que no habían dado en cuatro días. Cerca del mediodía salió para allá. En ese momento le llevaron almuerzo. ¿Desayuno y almuerzo en un día? Eso era un milagro. Y sí, era un milagro porque no le habían programado nada para ese día. O sea, estaba con dolor, odiando a los directivos del plan médico, medicado hasta más no poder, pero con el estomago lleno. Estaba mejor que en el Embassy Suites. ¡Hay que ser agradecido!
Ya a la una, llegó su santa esposa con la esperada autorización. Ya podían hacer el procedimiento. ¡Aleluya hermano! Lo más brutal fue que lo hizo en un trámite de unos 15 minutos. ¡15 minutos tomaba hacer esa basura! Y los miserables del plan no lo hicieron porque le salió de los cojones. En cuatro días no pudieron hacer algo que se tardaron 15 minutos en autorizar. Pero ya era tarde.
Ya habían hecho perder el tiempo de Don José, de su esposa y de su madre. En verdad que tienen que ser unos “fuckin’” desgraciados para hacer lo que hicieron. Pero nada, ellos son los que todos los trimestres celebran que tuvieron unas ganancias bestiales. Seguro, no pagando por los servicios que la gente necesita y si pagando por los servicios que a ellos le conviene. ¡Que mamey! ¡Carajo! Deberían meterlos presos a todos por hijos de puta. ¡Pendejos de mierda!
Después de comer (le llevaron comida también) apareció uno de los asistentes del médico y le indicó que como el doctor no operaba jueves ni viernes, lo iban a dar de alta. ¡Wow! Creo que era mejor que se lo dijeran en la mañana o temprano en la tarde para que se lo llevaran temprano y dejaran el cubículo disponible. Pero no, se lo dijeron a las siete de la noche, ya cuando no tenia a nadie en el área. ¡Hay que orar con las consideraciones de la élite cuando ellos no están en las situaciones de desgracia!
Su esposa no estaba disponible para buscarlo, ni su madre. Entonces, su santa madre llamó a uno de sus hermanos, o sea, tío de José para que lo fuera a buscar. Lo bueno es que estaba disponible y salió a buscarlo. Cerca de las nueve de la noche, después de hacer unos trámites de facturación, salió por la misma puerta que había entrado el domingo anterior. Cuatro días perdidos por la ineptitud y la insensibilidad de los empleados de un plan médico. ¡Hay que joderse!
Para terminar la noche, pues llegó a su casa. Los dos seres más felices de que él llegara fueron su hijo menor y su perro. Los dos estaban que movían el rabo por verlo. Después de acomodar todas las cosas, pues se preparó para bañarse. Llevaba cuatro días sin tomar un baño y, aunque se limpiaba con toallitas húmedas, estaba más pegajoso que un “Krazy Glue”.
Después del baño, se acostó a dormir en su camita. No tenía el aire acondicionado super frio de Centro Médico, pero estaba en su casa y en su cama. No descansó bien por el dolor, pero estaba en su cama y en su casa. Y lo peor, antes de salir del hospital le ofrecieron su dosis nocturna de Benadryl y no se la suministraron. Ya estaba siendo un “junkie” del medicamento ese.
Y para ir moviendo la trama, jueves y viernes fue a laborar. Ya llevaba dos semanas y media con el brazo roto. ¿Recuerdan que había perdido el cabestrillo? Pues llegó a laborar sin uno porque le daba vergüenza ir con el que le habían dado en la sala de emergencias. Es que en verdad era tecato y medio. Pero una de sus compañeras le trabajo le prestó uno “heavy duty” que tenia dos partes. Sólo usó una, porque la otra le resultaba incomoda. Pero le resolvió en esos días y más allá.
Y aunque a sus compañeros se interesaban por lo que estaba pasando, a la alta gerencia de su trabajo le importaba un carajo. Después de todo, fue en el brazo izquierdo, y él es derecho. Y como es derecho, podía trabajar. El dolor que sentía no importaba. José es derecho y podía trabajar. ¡Hay que joderse!
Su hijo estaba feliz. Aun no le habían prohibido el conducir, así que en esos dos días lo llevó a la escuela. Temprano como siempre. Hablando de temas adultos, como siempre. Y le compraba su comida porque el pobre salía esmayao’ de la escuela. Seguro, almorzaba a las once de la mañana y ya a las cinco de la tarde estaba que se comía a su padre. Pero eso suele pasar cuando están en crecimiento.
Pasó viernes y llegó el sábado. No lo pasó tan tranquilo como esperaba, pero ya se estaba preparando para la segunda estadía en sala de emergencia.
Pasó el sábado y llegó el domingo. Pero eso lo narro en el próximo episodio.
Pues eso querían, eso tienen.
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