10 de diciembre de 2025
Introducción
¡Saludos, mis estimados amigos! Les informo que próximamente estaré concluyendo estas crónicas de una caída cab**na. Ya este camino tortuoso de nuestro amigo en el hospital se esta terminando. Y me preguntarán por la recuperación. Pues esa se la voy a dejar a nuestro amigo José. Veremos a ver si tiene la babilla necesaria para hacer la narración basada en su experiencia.
Pero hasta que eso no ocurra, este servidor, Joe Don Zinato, les continuará la narración de la historia. Espero la disfruten porque eso querían, eso tienen.
¿Y lo dan de alta?
En el episodio anterior nos quedamos en que ya estaban en los tramites finales para darlo de alta ese martes en durante la mañana. También indiqué que, a las tres de la mañana, le quitaron el suero. También indiqué que, cuando fueron a suministrarle la morfina de las seis de la mañana no lo pudieron hacer porque le quitaron el suero. Así que el inevitable dolor llegó.
No sé si es que él pensaba que era Superman o la enfermera pensaba que le habían hecho una mini incisión, pero cuando ese brazo empezó a doler, Don José se acordó la precedencia y descendencia de mucha gente. Eran las ocho de la mañana y, por más que se les avisaba a las enfermeras que le dieran algo, pues no pasaba. Entonces pasó lo que tenía que pasar.
A las nueve de la mañana, pasaron a hacerle los últimos vitales para darlo de alta. ¿Y qué pasó? Que, al tener dolor, la presión sanguínea se les fue a los cielos, algo que no había pasado durante toda la estadía de casi diez días en Centro Médico. Y al tener la presión alta, pues entonces no le podían firmar el alta. Cuando hay algo que puede salir mal, va a salir mal. Y esa ley Don José la tiene tatuada en su “frikin” existencia. ¡Carajo!
Y entonces, ¿saben cómo corrigieron el error de haber quitado el suero? Pues le pusieron otro. Volvieron a puyar al pobre muchacho. Ya tenía más marcas que un tecato en heroína. Y al volverlo a puyar, le pusieron un suero nuevo de los que no se habían acabado cuando se lo quitaron, más la morfina. ¡Es tan lindo maltratar el cuerpo cuando no es el propio! ¡Hay que joderse!
Al menos le llevaron almuerzo. Descansó un rato porque, ¡que rayos! Ya para lo que faltaba. A las tres de la tarde, después de mucha insistencia de él y de su esposa, pues por fin le firmaron el alta. Pero entonces hubo un pequeño detalle. No te digo. No había escoltas disponibles para sacarlo del hospital. Y allí es obligatorio salir con escolta. Así que a esperar de nuevo. ¡Coño!
Media hora después llegó la escolta. Un muchacho flaco, que se veía desnutrido y cansado. Por lo que José escuchó, estaba doblando turno. Por lo que llevaba ya cerca de nueve horas empujando gente por los pasillos del hospital universitario. Pero gracias a que él llegó, pues por fin bajaron para salir del hospital.
Mientras esperaban a su esposa, Don José estaba en silencio. No dijo ni pio. Se quedó observando a la gente que estaba a su alrededor. Escuchando cuanta bobería decían. Viendo el montón de carros que pasaba por allí. Lo que entró a ese hospital no era lo mismo que lo que salió. Entró “Bobolin” y salió hecho un Robocop.
Aún no internalizaba lo que había pasado. Estaba adolorido, pero no tenia la puta idea de lo que le venía encima. Llegó su esposa, se montó en el vehículo como pudo. Obviamente todavía no tenía la coordinación necesaria para poder lograr el balance en su cuerpo para hacer varias cosas, entre ellas, montarse en un dichoso carro. Salieron del hospital a buscar a su querido hijo, que ya había salido.
Llegaron a la casa, entonces se recostó un rato. Ahora estaba bajo los efectos de las Cataflam, Flexeril y Toradol de la vida. Cuando cobró conciencia, se fue a bañar. Y hay que darle gracias a Dios, porque no entró sólo. Por fin, después de mucho tiempo, se fue a bañar con alguien.
(JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA). Ehhh, perdón.
Mientras se estaba bañando, tuvo un leve mareo. Mentira, tuvo un mareo hijo de puta. La visión se le nubló. Se iba al piso directo. Ahí su esposa, en desesperación total, llamó a su hijo mayor para que la ayudara a levantar a ese cuerpo decadente del piso. Le pusieron a esa masa deforme una toalla encima para taparle sus partecitas. Lo lograron secar, lo vistieron y lo llevaron a la cama.
En ese momento su esposa quería salir de urgencia a comprarle una silla de las que se usan para que los ancianos y recién salidos de hospital se bañen. ¿Saben que la porquería se silla vale $60 en algunos lugares y quizás más? Ni que fueran las sillas de Bad Bunny, y esas no valen eso.
Después de tomarlo con calma, pues consiguió una prestada. Pues resulta que la madre de José (a quién llamaron urgentemente esa noche), llamó a su hermano (al mismo que lo había buscado en la primera visita a Centro Médico) y él tenía disponible una que le pertenecía a su esposa, o sea, la tía política de José. Un gasto menos, porque con lo que se había gastado en la bandeja, la comida, el estacionamiento, entre otros, ya era suficiente.
Y como mencioné al principio, ya estoy terminando de narrar la historia de José. Pasó miércoles y pasó jueves. Ambos días de recuperación total. Pero todavía falta un ultimo incidente que se los narraré en el episodio próximo, que puede ser el final. Les voy a dar un adelanto. Tiene que ver con la puercada mayor de su trabajo. Así que, si te quieres enterar, pues mantente conectado.
Porque eso es lo que quieres, eso es lo que vas a tener.
Por favor, si te gusta esta historia, dale “LIKE” en uno de los botones de abajo. Eso me ayudaría a hacer una introspección sobre el estilo de cómo les estoy haciendo la redacción. Además, es una herramienta para saber si lo que les estoy narrando es interesante para ustedes o no lo es. Gracias anticipadas.
Te puedes suscribir a las páginas de Eso Querías, Eso Tienes en Facebook y WordPress, donde tienes que registrarte con tu correo electrónico. Puedes escribir tus comentarios al correo electrónico esoqueriasesotienes@gmail.com. Le puedes indicar a tus amigos y conocidos sobre la página www.esoqueriasesotienes.com.