Episodio CDXXI (421) – CRONICA DE UNA CAIDA CABR*NA (PARTE 5)

18 de octubre de 2025

Introducción

¡Saludos de nuevo!  JDZ de nuevo para continuar contándoles esta tragicomedia.  Antes que todo, le quiero dar las gracias a Don José porque me ha dado el impulso para volver a escribir.  Créanme que se me hizo difícil porque, quizás por desgano, depresión, o combinación de ambas, se me había hecho imposible volver a plasmar coherentemente una historia.  Así que seguimos donde nos quedamos.

Eso querías, esto tienes.

Es sólo una fractura

Pues después de conducir por más de una hora, pues Don José llega a su casa con su vástago.  Ahí entonces se encuentra con su esposa y le cuenta lo que pasó.  Ya le había contado, pero como estaba en el trabajo, no podía hacerlo con detalle.  Entonces procede a enseñarles el brazo, lo que fue un proyecto, porque ese día tenía puesto un polo, que es con lo que regularmente sale a trabajar.  Y quitarse una cosa de esas sin poder levantar el brazo, está jodón.

Después del susto inicial y pensando que se iba a quedar viuda, su querida esposa le preparó una bolsa de hielo para que la hinchazón bajara.  Creo que eso no le iba a funcionar.  Don José se dio un baño, se tomó par de pastillas de acetaminofén e ibuprofeno y se acostó con la bolsa de hielo en el hombro, con la esperanza de que al otro día todo iba a estar “chillin”.  Pero Dios tenia otros planes para él.

Temprano en la mañana del día siguiente, con mucho dolor, salió entonces para la clínica.  No fue a trabajar porque, ¿para qué?  Tenía que ver cuál era la razón de su dolor.  Además, tenía que aprovechar a ir a ese complejo donde único se puede atender y que no le cobraran el deducible.  Medio tacaño el tipo.  Pero nada, se anotó, pasó como media hora antes de que le tomaran la información y los vitales para atenderlo.

Ya estaban empezando las Wapa noticias cuando por fin lo llamaron para ver a la doctora en turno.  Ahí repitió la misma historia que le hicieron momentos antes.  La doctora, lo envió a hacer una placa para ver lo que tenía y después, lo devolvió una hora adicional a la sala de espera.  Cuando lo llamaron de nuevo, la doctora le dio la “buena” noticia.

Una fractura en el hombro.  Ya el dolor no era por un machucón.  Ya era algo más significativo.  Ya el instinto hombruno estaba bajando.  “Carajo, después de viejo me rompí un hueso”, decía.  Y no, no se había dislocado el hombro, se lo fracturó.  El asunto era que la doctora nunca le dijo a don José si era grave o no.

Lo que hizo fue lo mas normal del mundo, dio instrucciones para que le consiguieran un cabestrillo, le recetó pastillas para la inflamación y el dolor y, le dio un referido para un ortopeda en otra de las clínicas del sistema.  Le mandó a poner dos inyecciones en las nalgas para calmar el dolor del momento.  A propósito, el enfermero fue muy amable con el hombre cuando se tuvo que bajar los pantalones.  ¡Así se hace patria, carajo!

Después de las inyecciones, el hombre llegó a su casa a dormir.  Ya los medicamentos y las inyecciones estaban haciendo su efecto.  Y así se preparaba para ir al día siguiente al ortopeda que le habían recomendado.  Y esta historia continúa.

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