31 de octubre de 2025
Introducción
Saludos. Les habla su narrador preferido de historias, Joe Don Zinato. Antes de comenzar con la continuación de esta tragicomedia, les informo que nuestro amigo José se encuentra bien y en pleno proceso de recuperación. Por lo que, en consecuencia, no va a morir. Va a quedar un poco maltratado, pero no va a morir. Dicho esto, continuamos donde lo dejamos.
La reconstrucción de un Lego humano
Sábado en la noche, domingo en la madrugada; el señor José salió del inventario hecho mierda. Lo peor es que no pudo descansar por el dolor. El brazo se continuaba poniendo más negro de lo normal. Ahora el mollero era un hematoma completo. Y se me olvidaba un pequeño detalle; ese sábado en la mañana tuvo que hacer un compromiso de papá, levantarse temprano para hacer de UBER y luego prepararse para el trabajo. ¡Así se hace patria, carajo!
La espera por la llamada del médico era desesperante.
Pasó el lunes y volvió al trabajo. Dia normal para cualquiera que tiene un brazo roto. Dicho sea de paso, todavía en ese momento podía conducir. Por lo que llevaba una vida normal, con un cabestrillo y haciendo lo que hacia todos los días. La vida aburrida de un contador.
Y llegó el martes. Ese día recibió la llamada del ortopeda. El hombre estaba impresionado con la magnitud de la fractura. Cuando el doctor se dio cuenta de que, en vez de hombro, José lo que tenía era un juego de Lego de 500 piezas con el nombre “Hombro completamente jodido”, le dijo a su mismo; “Ehhh, yo no me voy a meter en eso. Esto requiere tornillos, tuercas, placas metálicas, hueso sintético, hueso de cadáveres y orar por un milagro”. Un poco más y les pide una segunda opinión a los ingenieros de Cyberdane. ¡Coño!
Entonces, para salir de la situación, le dio un referido para una cita tres días después para que se apareciera con otro ortopeda en el Centro Médico de Puerto Rico. Por lo tanto, tenía que estar tres días adicionales con el cabestrillo, con el dolor, con el moretón, con la inflamación y todo lo relacionado.
Con eso iban a ser dos semanas con el hombro roto. Y fuera de la familia y otros conocidos que ya sabían la situación, a nadie le importaba como se sentía el hombre. Llamó a la aseguradora y no contestaron. Llamó a otra oficina relevante, y no le contestaron.
En su trabajo, no les importaba un carajo como se sentía, después que llegara a laborar, eso era lo importante. Aunque, si se dejaban llevar por la teoría de la ley laboral, aunque fue en su hora de almuerzo, la compañía era responsable de proveerles ciertos acomodos. Pero, como en esas dos semanas no le preguntaron nada con relación al accidente, pues que más se puede pedir. Después de todo, el míster es derecho y la fractura fue en el hombro izquierdo, así que eso no le impedía realizar su trabajo. Eso era lo que le decían los de la alta jerarquía.
¡Que mamey! ¿Verdad? Continuamos en el próximo episodio, ya más cercano a lo que fueron los procedimientos quirúrgicos. Sigan conmigo para que sepan lo que es una aventura en el principal centro de salud del país.
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