6 de noviembre de 2025
Introducción
Saludos a todos ustedes en el momento que se encuentren leyendo este escrito. Joe Don Zinato vuelve a la carga para continuar esta historia. Debo decir que por poco hoy me quitan el teclado porque quien iba a escribir era Don José sobre algo relacionado a las injusticias, pero gracias a Dios que eso no ocurrió. Le di par de pastillas para que se tranquilizara y me dejara redactar tranquilo.
Aunque, a decir verdad, no estoy tan tranquilo que digamos, pero eso es parte de la jugada.
¿Dónde nos quedamos? Ya recuerdo. En que el doctor de la clínica le cogió miedo al caso y lo envió a Centro Médico para que lo remendaran. Y en nota al calce, que en el trabajo le importaba un carajo de como se sentía. Y con eso dicho, continuamos.
Pues llegó el viernes. Recuerden, ya van casi dos semanas de la caída y del diagnostico del hombro hecho leña. José llegó temprano al área de las clínicas externas. Se llevó par de meriendas por si acaso se atrasaban en el proceso. Y fueron de gran ayuda porque de no tenerlas lo estarían atendiendo de otra forma.
Pasaron cerca de cuatro horas cuando lo atendió el nuevo ortopeda. Antes, lo entrevistó uno de los asistentes. Un doctor joven que aún no se había decidido por cuál rama de la medicina se iba a dirigir. Por eso los tienen en práctica para que en algún momento se decidan. Pues Don José le enseño la placa y el CT y el hombro con el mega moretón. Hizo sus apuntes y esperaron a lo que llegara el que mandaba en esa sección.
Diez minutos después llegó, por fin, el doctor. Joven, pero no tanto como el anterior, con una seriedad brutal. Después de hacerle el mismo interrogatorio que le hizo el asistente determinó lo inevitable. La fractura era seria. Había que operar y había dos opciones. Una era la reconstrucción del hombro y la otra, poner una prótesis en el área del hombro.
Pero como siempre hay un problema, pues el de Don José fue la edad. Era muy joven para una prótesis, pero muy viejo para la reconstrucción. Y ahí estaba la disyuntiva y lo que tenía que decidir el galeno. De lo malo, lo menos malo. En esas situaciones es que te das cuenta cuando un médico le mete mano a lo que sea.
Pues rápidamente, determinó que había que operar y era para ayer, como dicen. Se comunicó con una compañía de suplido de materiales ortopédicos para que le cotizaran la bandeja y los instrumentos que iba a utilizar para la operación. Le indicó a Don José que estuviera pendiente a la llamada de ellos para que buscaran la autorización del plan. Y hasta ahí no hubo problemas.
Como ya era más de medio día, fue a unos de los restaurantes de comida rápida que se encontraba en el complejo para comerse algo. Hizo el pedido y con lo que pasó se podría decir que, dado a que no existen las casualidades, pues determinó el rumbo de las gestiones que se estaban haciendo. Resulta que pidió una cosa y le entregaron otra. Por lo que tuvo que volver al mostrador a que cambiaran la orden. Primer “strike”.
Ya después de haber resuelto ese pequeño detalle, pues lo llamaron de la compañía para solicitar la información del plan médico y enviar fotos de documentos para comenzar el proceso de solicitud de autorización. El le envió toda la información y con eso, José pensaba que no iba a haber problemas. Que iba a salir en un huevo, sí. Pero fuera de eso, que todo iba a correr con normalidad. Al muy iluso se le olvidó lo que había pasado con la autorización del CT. Por eso digo, el hombre fue pendejo “plus”.
Entonces, terminó y recibió la clavada del día; el estacionamiento. Si él pensaba que el de las clínicas estaba caro, el de Centro Médico piensan que estas estacionando en un hotel de Isla Verde. ¡Carajo! Me dijo que le habían cobrado $18 por seis horas y fracción. Después observó que estaban remodelando la plazoleta en el patio interior del hospital y se dio cuenta que esa era su aportación a la vanidad del complejo. Como diría Al Pacino en El abogado del diablo, “vanidad, mi pecado favorito”.
Salió y volvió a su casa a descansar. Había sido una mañana fuerte. Y tenía que prepararse para lo que le esperaba al principio de la próxima semana. El domingo debía estar temprano en sala de emergencias con el referido del doctor para una admisión. Y les debo decir que ahí, en ese momento, comenzó el via crusis.
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