5 de diciembre de 2025
Introducción
¡Saludos, miembros de la comunidad JDZiana! Les habla su narrador, Joe Doe Zinato. Y lo sé, les debo una disculpa. Llevo más de una semana sin publicar nada y eso les ha causado un estrés infinito. Lo siento mucho.
Resulta ser que, no soy un ser de piedra y me enfermo. Pues cogí un mega virus que produjo una mega monga que me tumbó por más de cuatro días. No me daban deseos de levantarme, ni de comer, ni de hablar, ni de pensar, ni de escribir, ni de nada.
Así que, aunque estoy con el 40% de las neuronas en funcionamiento, voy a continuar con la narración de este episodio
Porque eso es lo que querían, eso es lo que tienen.
La noche en el Universitario
Lunes en la noche, cerca de las siete. A esa hora acomodaron a Don José en la habitación. No crean que fue una habitación privada. Al lado, tenia de compañero de habitación a otro individuo que lo habían operado de la cadera o de una pierna. Algo así. Nunca habló con él en el tiempo que estuvieron hospitalizados. Por eso es que José esta jodío. Si no se comunica con extraños. Aunque pensándolo bien, no se comunica mucho con sus conocidos. Por eso no me extraña.
Lo primero que hizo cuando lo acomodaron fue levantarse de la cama. Se fue al baño, se quitó el “frikin” pañal, que lo necesitó una vez por el efecto de frio intenso en el área de recuperación. Allí no usó la ducha, pero si de dio una lambida de gato con toallas húmedas. Se puso, con ayuda de su madre, la ropa para dormir y volvió a la cama.
Ese tiempo que estuvo en el hospital, José tuvo paz. La misma paz que muchas veces se le es negada o, por no tener el don de la paciencia, no se permite. Aunque no durmió por la incomodidad del cabestrillo y la posición del suero, descansó un rato. Se levantó par de veces para ir al baño, pero estaba tranquilo. Creo que por eso necesita otra operación para que encuentre la paz perdida.
Por lo menos hasta las doce de la noche, el bloqueo de la anestesia funcionó. No sentía que lo habían operado. No recuerda si lo habían medicado en ese periodo. Ya a las dos de la mañana, el bloqueo se empezó a desbloquear y “EL DOLOR INTENSO ACABABA DE COMENZAR”.
El vecino tampoco ayudó mucho. Ya a esa hora empezó a quejarse de dolor. Estuvieron llamando a las enfermeras que, aunque fueron a asistirlo, no podían hacer mucho para ayudarlo. José, aunque con dolor, se mantuvo tranquilo. Obviamente, tuvo mucha practica con el dolor intenso del golpe inicial. Si algo se acercaba a ese dolor, entonces si estaba en problemas.
Y todo ese tiempo, su señora madre estuvo al lado de él. Esta vez, el sillón era más cómodo, pero no era una butaca reclinable con masaje incluido. Esta vez durmió un poco mejor que cuando estuvo en la sala de emergencias. Y aunque caía a dormir de ratos, siempre estuvo pendiente de lo que necesitara su hijo mayor José.
En una nota al calce, hay que destacar que, a esa señora, cincuenta y cinco años atrás, le sacaron un muchacho en ese hospital. Y digo le sacaron porque, según me contó, tuvieron que utilizar un “fortress” para sacarle a su primogénito. Salió con falta de oxígeno, pero salió. Salió violeta, pero salió. Ese bebé estuvo catorce días en intensivo porque no sabia que se iba a lograr.
Ese bebé se logró y, cincuenta y cinco años después, ella lo estaba acompañando en el mismo hospital donde nació. ¡Así se cierra un ciclo, carajo!
A las tres de la mañana, cuando le fueron a tomar los vitales y a darle medicamentos para el dolor, la enfermera, en su infinita sabiduría, le quitó el suero. Según ella, el área donde estaba la aguja estaba inflamada y, como no tenia antibióticos, se lo quitó. “¡Que bueno!” pensó don José. Siempre lo digo, no pasaba una oportunidad para que metiera la pata.
Y eso fue porque, cuando fueron las seis de la mañana no le pudieron suministrar medicamentos para el dolor, o sea la morfina, porque no tenia el suero puesto. Lo que provocó que el dolor aumentara exponencialmente. Lo que provocó que su proceso de alta en ese día se complicara. Pero eso lo explico en el próximo episodio.
Martes en la mañana. Siete en punto para ser exactos. El equipo de médicos entró en acción. Le informaron a Don José y a su madre que todo había salido bien, que había sido una reconstrucción y que iban a estar ya fuera del hospital antes del mediodía. ¡Ajá! ¡Sí, Pepe!
Dicen que “el hombre propone y el Señor dispone”. Algo así. Pues ellos proponían sacarlo del hospital a esa hora, pero Dios no quería. Y algo que mientras estuvo en el hospital no se activó, esa mañana, salió de la nada. ¡Amen! ¡Alábalo que vive, hermano!
Lo que ocurrió esa mañana, se lo detallo en el próximo episodio. ¿Sabes por qué?
Porque, eso querías, eso tienes.
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