1 DE ABRIL DE 2019
Introducción
¡Feliz día del April’s Fool de los norteamericanos! Creo que las expresiones Ricky con relación al puño a Trump estuvieron a destiempo. Las debió haber hecho hoy y se hubiera ahorrado el reversazo de la metáfora. Suerte a Dios que Bea no lava ropa, porque muchas veces hubiese tenido que lavar calzoncillos chillados en los pasados dos años. Ya son incontables las veces que Ricky dice algo y después, o dice que no las dijo o les echa la culpa a unos terceros. Vamos a lo importante.
Hoy, aunque me voy a ir suave, debo decir que la gasolina esta por las nubes. Eso, que el verano no ha llegado y en esa época es que se supone que es que los precios de ésta suben. Me imagino que es que algún jeque esta necesitado de ganar par de millones en Dubái para construir un hotel de ensueño y los márgenes de ganancia hay que aumentarlos o la culpa de los aumentos la tiene Maduro y la situación de Venezuela. Aunque ahí nuestros amigos del norte tienen mucha culpa también.
Pero eso queremos, eso tenemos.
El diario de una visita al cine
El pasado sábado tuve la experiencia de visitar uno de los pocos cines independientes que quedan en este país. Es impresionante como las agencias gubernamentales han permitido un monopolio en la industria de los cines en Puerto Rico. La división antimonopolística del departamento de justicia es un chiste. Eso no es de ahora, eso lleva años, de años, de años. Si las leyes se siguieran, entonces existiría la competencia y los precios, que están por las nubes, estarían más controlados. Sin embargo, existe algo llamado oligopolio, que básicamente es lo mismo que un monopolio. Si no, pueden preguntarles a los mayoristas de gasolina.
Volvemos a la experiencia en lo que es el cine Roosevelt. Ese teatro queda en el mismo centro del sector de Hato Rey en San Juan. Es pequeño, sólo tiene dos salas con una capacidad de aproximadamente 500 personas en total. Tiene su página en la web y en las redes sociales por si te interesa entrar a ver. Dicho sea de paso, tiene un nivel de aprobación de 4.6 de 5 en todas las páginas donde los visitantes pueden dar referencias sobre el mismo.
Lo primero, las tandas son en horarios fijos. Eso me acordó cuando en mi pueblo hace muchas lunas atrás había cine y la forma de la juventud entretenerse era entrar los sábados en la noche, después de ir y santificarse en la iglesia, el punto de encuentro era el cine en la plaza. En ese tiempo, la tanda empezaba a las 8:30 de la noche los días se semana y los sábados y los domingos había “matiné” a las dos de la tarde y a las 8:00 de la noche.
En Roosevelt, la tanda diaria es a las 8:10 de la noche. Los sábados te añaden una tanda en la tarde y los domingos dan servicio desde la una de la tarde y la última tanda es a horario regular. No te dan el montón de anuncios de patrocinadores y de películas a principio, sólo cuatro cortos y comenzó la película. Eso sí, me quedé esperando el anuncio del himno del cine, que existía cuando Wometco tenía el anterior monopolio de las salas de cine. Si se acuerdan, pueden cantarlo antes de continuar leyendo.
Con relación a la planta física, las salas son cómodas. Los asientos no tienen las comodidades de las salas de los centros comerciales (como los “cup holders”), pero no vas a morir si te sientas en ellos. No te vas a reclinar, pero el espacio entre filas es aceptable. Un detalle que me estuvo bien interesante fue que el cine es tan familiar, que llevaron hasta frisas para protegerse del frio. El aire acondicionado hay que decirle usted y tenga, bueno para apapacharse. El sistema de sonido es bueno. No sé si tienen un Dolby Atmos, pero es aceptable. Los baños y la planta física, en general, estaban limpios y los empleados se esmeraron en mantenerlos de esa forma.
Los precios de las taquillas y la concesión de dulces son lo mejor de todo. Cuando compras taquillas para dos personas, y no pasa de $10.00 y compras “popcorn”, refrescos y dulces por $10.00, estas hecho. Lo que obtienes en relación a calidad de proyección de la película, servicio y atención de los empleados es espectacular.
El estacionamiento se supone que es el que está al lado, pero cuando fui, estaba cerrado. Así que deje mi vehículo frente al edificio, con todas las bendiciones y protecciones posibles. Aunque, después de todo, en este país uno se estaciona en un centro comercial y cuando sale le robaron los tapa-bocinas, o los aros, o se lo llevaron y no lo vuelves a ver. Así que eso no es gran diferencia.
No sé, pero este concepto de cine de pueblo debe promoverse de nuevo. Salir de la cultura de los centros comerciales y llevar el entretenimiento a los centros urbanos de cada uno de los pueblos. Considero que eso estaría brutal para promover la economía. Sé que, en varios pueblos, en especial, del centro de la isla, se han dedicado a hacer que esos lugares de esparcimiento sean renovados y los convierten en empresas municipales o hacen algún tipo de asociación con la empresa privada para mantener la vida en los pueblos.
Quizás las salas de los centros comerciales tengan veinte mil comodidades, pero, si esta bien planificado, la institución de los cines en las plazas puede ser una alternativa para la revitalización de la economía de los municipios.
Como resultado de esa idea que tengo, puede ser que el gran mogul aparezca y empiece a poner trabas a la iniciativa con el sólo propósito de proteger el monopolio. Es impresionante como los cabilderos pueden surgir para beneficiar a unos pocos y fastidiar a unos muchos.
En resumen, si quieres salir de la rutina y quieres probar cosas nuevas, o recordar los tiempos antiguos, el cine de Roosevelt es una excelente alternativa para pasar un buen rato.
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