30 DE SEPTIEMBRE DE 2018
Hace dos días se publicó la primera versión de estos escritos por medio de un blog. No he tenido muchos comentarios sobre el mismo, pero uno de ellos me llamó la atención. Son muy largos. Tengo que admitir que para ser el primero y haber estado par de días sin publicar en Facebook, hizo que eso pasara. Prometo que voy a intentar hacerlos más cortos.
Ahí descubrí que el tamaño si importa. A las personas que leen, prefieren los escritos cortos que los largos. Por eso se crearon periódicos que son una especie de folleto que, en muchas ocasiones, no tiene sentido lo que publican. Pero ahora esos los están regalando en las luces. Así que eso es lo que quiere la gente, pues eso es lo que le da el sistema.
Esto ha provocado que el intelecto de la gente se ha hecho pequeño. Si no me creen, ¿cuántos de ustedes se saben el número de teléfono de al menos cinco personas de su círculo íntimo? Muy pocos. Se apunta una vez, lo graban en la memoria del teléfono y ya. No vuelven a ver el número en su vida. La tecnología ha sido un arma de doble filo. En muchas cosas se ha adelantado, pero en lo básico, como tomar decisiones, hemos ido para atrás.
Por eso estamos como estamos.
En la próxima publicación discuto los temas de siempre, pero hoy, corto y conciso (ajá, lo sé, esto es redundante). A fines de esta semana salió el caso del individuo, padrastro, que le laceró el pene a su hijastro. Eso pasó aquí en esta bella isla, donde el tratamiento de la salud mental de nuestra población debe ser emulado por otros en el mundo. Un punto importante, los hechos ocurrieron hace más de un mes y ahora fue que salió a la luz pública. Lo que quiere decir que, si no se publica, no se hace nada con el maldito desgraciado ese. ¡Viva nuestro sistema de justicia!
Un mes después, arrestaron al individuo. Estoy esperando otro arresto por irresponsable y por proteger al individuo. Como dije, lo arrestaron porque el caso salió en las noticias.
En mi caso, si un hijo de la gran tuta le hace algo a uno de mis chicos, van a tener que buscar las placas dentales para identificarlo. Pero eso no se puede hacer, porque estaría bajando al mismo nivel del bastardo que hace esas cosas. Perdonarlo, no creo. Ese es trabajo de Dios. Me iría al infierno, quizás. Después de todo, después que pasa una cosa como esa, ya uno vive en un infierno. Así que no hay mucho que perder.
Lo único que espero es que al individuo le den un tratamiento especial en el penal. Y le den de lo que envicia y de lo que enchula. Amigo, suerte allá adentro.
Hasta la próxima.