EPISODIO LXXV – Super Repulsivo

21 DE DICIEMBRE DE 2018

Introducción

Damas y caballeros, niñas y niños, perritos machos y perritas hembras, tengo el placer de anunciarles, que próximamente en un canal mega influyente dentro de la población hispana de los Estados Unidos, va a estar de vuelta una de las “personas” más controversiales que hubo en la televisión puertorriqueña.

Ahora, en nuevo escenario, vuelve LA COMAY.  ¡QUE BOCHINCHE!

El reino de la muñeca

Para los lectores fuera de esta islita y para los que comenzaron a ver televisión al menos cinco años atrás le daré una referencia de este fenómeno.  Hace muchas lunas atrás, quizás para la década de los noventa, estaba este productor quien, junto con un titiritero, se les ocurrió hacer un segmento de farándula, como hay montones en la actualidad, pero el distintivo era que quien hablaba, era una muñeca con piernas humanas.  Si no recuerdo mal, comenzaron en un programa de medio día.

Luego de varias cirugías plásticas, varios cambios de nombres a la muñeca y un cambio de horario, surgió el fenómeno de La Comay.  Al principio, se dedicó a bulear a los artistas.  Después de un tiempo, lo hizo también con los políticos donde hubo muchos casos de corrupción que fueron difundidos en el programa.  Y de que el titiritero tenía intereses políticos, pues eso es claro.  Y si el titiritero tenia intereses políticos, quien lo acompañaba, más todavía.  Quizás eso los ayudó a tener ese ascenso vertiginoso.

En la fase final de lo que fue el programa, además de lo mencionado anteriormente, se adentró en casos que eran de interés general, especialmente de asesinatos que estaban impunes.  Hizo un trabajo de investigación que ni el departamento de justicia de este país logró hacer con todos los recursos posibles en el caso del niño que mataron en su casa, que estaba llena de gente, pero nadie vio nada y nadie escuchó nada.  El caso quedó en nada porque, como muchas veces pasa, los involucrados son personas de dinero e influencias.  La justicia no es ciega.

En otro caso que se adentró fue en el del hijo de un letrado que fue acusado, declarado culpable y sentenciado por la muerte de su esposa, también en un sector de gente adinerada y de influencias.  En este caso, la situación fue distinta, porque el departamento de justicia estaba buscando a unos individuos que supuestamente cometieron los actos, pero nadie pudo declarar sobre su existencia.  Siempre podían culpar a un negro que brincaba verjas para acusarlo del crimen.

Llegamos al punto donde comenzó el principio del fin.  En uno de esos casos, donde un publicista estuvo involucrado, la muñeca, o sea, el titiritero, mencionó una información que no cayó muy bien en las huestes públicas, además de que supuestamente no tenía fundamentos y se organizaron grupos para boicotear el programa.  El boicot resultó y el canal que llevaba un montón de años presentando el programa, lo canceló.  Una victoria para los amantes de la libre expresión.

Sin embargo, la intención de los canales principales de Puerto Rico no era alejarse de ese tipo de programa.  Por el contrario, hicieron copias baratas del programa de La Comay, con gente que sacaron de distintos sectores de las comunicaciones.  Trataban los mismos temas, pero no han sido tan efectivos, ni han logrado la misma audiencia del programa original.

Lo gracioso de todo es que nadie veía a La Comay.  Decir eso era un insulto, pero se sabían todo lo que había mencionado.  Todo el mundo conocía las frases de “Exclusivo”, “cierra, cierra”, “bolita” y otras, pero nunca veían el programa.  En esos años eso fue un fenómeno cultural.  De mi parte, no lo podía ver, pero en algunas ocasiones, y más por el primer caso que les mencioné arriba, quizás uno le prestaba atención.  Dicho sea de paso, aunque el tercer caso fue el que causó su salida, no me extraña que gente relacionada al primer caso hubiese dado un empujón para su caída.

Esto quiere decir que pronto tendremos a mucha gente que llega temprano de su trabajo pegado al televisor.  No sé si con la misma audiencia, porque ya han pasado cinco años, pero los que se acuerdan estoy seguro de que van a volver.  Eso era casi un culto.  Eso era casi una religión.

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