Episodio CCLX (260) – Recordando a María

20 de septiembre de 2019

Introducción

Hoy se conmemoran dos años del azote brutal del huracán María sobre Puerto Rico.  Para conmemorarlo, les reproduzco lo que fue el escrito de las “Crónicas de María” que se publicó en Facebook los días 19 y 20 de septiembre de 2018.  Esto fue la historia de lo que pasó, desde mi punto de vista.  La primera parte fue la descripción del azote y la segunda, el desmadre que formó el gobierno en la “recuperación” del país.

Eso querían, eso tienen.

Nada volvió a ser lo mismo – Parte I

Un día como hoy, el pasado año comenzamos a sentir lo que eran los vientos del fenómeno que nos marcó para toda la vida.  Hace un año en horas de la madrugada se empezaron a sentir las ráfagas de lo que fue el desastre natural más grande de la época moderna de este país.  Desde la tarde del martes se comenzó a sentir en el este de la isla.  En Bayamón, la odisea empezó a la una de la mañana con las ráfagas de lluvia y viento entrando por las ventanas.  Recuerdo que esas primeras ráfagas venían del norte.  Me imagino que esas fueron las que tumbaron el tronco de la parte de atrás de la casa, porque estaba caído para el área de la marquesina.  Y el montón de hojas que entró fue una cosa brutal.  Y ya desde esa hora se fue la luz.

A las siete de la mañana ya empezaba a ponerse más fuerte el viento.  El sonido ya daba miedo.  Ahí empezó a cambiar la dirección del viento y fue más del este.  Para los que vivimos Hugo (y no me estoy diciendo viejo) tuvimos la experiencia de que en un momento los vientos pararon.  Pasó el ojo y después vino la virazón, que fue más molestosa que la primera parte.  Pero con ésta, tras de que fue mucho más fuerte, el viento nunca paró y las ráfagas fueron bestiales.

A las doce del día ya uno estaba desesperado.  El viento no se iba.  No había radio.  Las baterías de los celulares empezaron a agotarse.  Ya las estructuras empezaban a ceder.  El sonido de las planchas de zinc y de aluminio empezaron a ser normales.  Las ventanas empezaron a hacerse más débiles y las hojas de las ventanas miami estaban a punto de ceder.  Pero eso seguía.

El viento empezó a ceder a las siete de la noche.  No hubo ojo posible.  Mucho después, en una de esas fotos de satélite vi la razón de esto.  Cuando el huracán tocó la isla, el ojo desapareció y el sistema se convirtió en una masa de viento que nos arropó.  Se había ido el viento, pero quedó la lluvia y no era poca.  Llovió como loco después del huracán.  Comenzaron los problemas de las filtraciones porque las hojas que se habían caído de los árboles empezaron a tapar los desagües.  Y obviamente, el agua tenía que salir por algún sitio.  Y ya que no habías dormido la noche anterior por los vientos, la segunda noche, no podías dormir sacando agua porque si no te inundabas.

Ya la mañana siguiente, el jueves pues te diste cuenta de lo que había pasado.  Obviamente, hubo sectores mucho más afectados que otros.  Ese jueves se dedicó a poner las cosas en orden en la casa.  En esa parte, yo tuve mucha suerte.  Tuvimos problemas causados por el huracán, pero pudo haber sido mucho peor.  Ese día no se pudo salir de la casa.

La única estación de radio viva fue WAPA Radio.  El primer día, pues okey, que se va a hacer.  Ya había pasado tres días escuchando a Penchi sacando en cara de que eran la única estación en el aire ya me tenía harto.  Eso sí, lo que se escuchaba era mucha gente de fuera de la isla llamando para verificar si sus familiares estaban bien.  Las comunicaciones se cayeron todas.  Y ahí el gobierno empezó a meter las patas hasta donde dice “Made in Japan”.

El viernes salí de la casa, porque al ser empleado de empresa privada, eso de huracán no era excusa para no asistir al lugar de trabajo.  La carretera estaba imposible.  Dicho sea de paso, ese día no llegué porque el área estaba inundada, entre otras cosas.  Y decidí ir a Naranjito.  ¿Cómo llegué a Barrio Nuevo?  Ni idea.  Los caminos eran dignos para que una “jipeta” entrara.  Fue un milagro que el carro pasara por esos caminos y no me cayera un tronco o un poste encima.  Los derrumbes y los árboles caídos eran la orden del día.  La cosa fue que llegué.  Después de verificar que todo estaba bien, destruido, pero bien, pues volví a la casa.

Pero el país estaba destruido y no se sabía nada.  Ahí el gobierno hizo una movida olímpica de mover su centro de respuesta contra el desastre en el centro de convenciones.  Dicho sea de paso, un área inundable.  Eso fue brillante.  Suerte que no pasó nada peor porque se hubiese perdido una serie de ilustres personas que nos dirigen.  Ahí el gobierno montó el COE Resort.  ¿Por qué lo llamé así?  Porque mientras el resto del país estaba bajo agua, incomunicado y con necesidad, los muy empáticos se movieron allí con aire acondicionado, supuestamente a coordinar la ayuda.  Eso sí, estaban en aire acondicionado, comiendo bien.

Cien por ciento del país sin luz, cien por ciento del país sin agua, cien por ciento del país sin comunicaciones.  Y ahí empezó la crisis.  Antes del huracán habían dicho que había que guardar suministros para al menos tres días, pero ya al tercer día no había quien saliera a la calle.  Ahí empezaron las filas en los supermercados (en los que estaban abiertos), empezaron las filas en las gasolineras (hasta de más de trece horas), empezaron las filas para buscar hielo, entre otras cosas.

Los hospitales, públicos y privados, no estaban preparados.  Aunque en algunos casos fueron los primeros que fueron energizados (como el San Pablo de Bayamón), hubo muchos que pasaron meses y estaban funcionando con plantas eléctricas.  Los problemas de las égidas, los centros de cuidos de envejecientes y los centros de diálisis fueron obvios.  Pero para Pesquera sólo murieron sesenta y cuatro.  No había ningún tipo de coordinación para nada.  Y de estar peor, empezó el caos.  Aunque esto ocurrió mayormente porque el gobierno decidió no dar la información que tenía que dar y sólo dio la información que le convenía.  Si no me creen, están invitados a recordar la visita de Trump.

Ricky pensaba que podía resolver todo.  No tenía recursos, pero él era Superman.  No fue hasta cuarenta y nueve días después del huracán que levantó el SOS para solicitar ayuda.  ¿Cuánta gente se jodió por eso?  No sé.  Pero fue una irresponsabilidad máxima.  ¿Pero que se podía esperar?  Sacó a la superintendente de policía que había nombrado para farandulear y puso a un individuo que aun hoy no ha hecho mucho en las agencias que dirige.  ¿Pero qué se puede esperar?  Cuando se le ocurrió enviar de vacaciones al director de la defensa civil (no recuerdo cómo se llama ahora) antes del huracán.  ¿Y cómo olvidar a Whitefish?  Ahí empezaron los problemas de credibilidad del gobierno ante los Estados Unidos y ante el mundo.

Nada volvió a ser lo mismo – Parte 2

Hoy ha sido un día de recordación de lo que pasó hace un año.  En los noticieros de radio y televisión se han dedicado a refrescarnos la memoria de todas las cosas que pasaron en ese día y en los días subsiguientes.  Es fuerte, muy fuerte ver las imagines que, en ese momento, al estar enhuevado en una sola área, no se veía.  Cada uno de nosotros tuvo nuestro propio desastre.  Cada uno de nosotros tuvo nuestra propia historia.  Y sigo con el recuento que comencé ayer.

Me quedé en Whitefish, pero antes vino Trump.  En una pasarela de modas y de “selfies”, Trump vino, se montó en varios helicópteros, vio la devastación de “Guaynabo City”, tiró par de rollos de papel toalla, hizo una conferencia de prensa donde felicitó al gobierno porque sólo había muerto dieciséis personas, se tiraron más “selfies”, se montó en otro helicóptero para ir a las Islas Vírgenes y después se fue.  Cuando se fue se quedó con un punto de vista de que aquí todo estaba perfecto, porque eso fue lo que le vendieron.  Todo por quedar bien y pedir subsiguientemente la estadidad.  En el momento estuvo mal hecho y los resultados fueron peores.

Dije que Ricky se creía Superman.  Hoy lo escuché diciendo que en esa parte cometió un error porque pensaba que podía hacer las cosas.  No lo escuché diciendo que uno de los errores fue que el no hacer las cosas y estar echándole culpas al Cuerpo de Ingenieros de las cosas que no se hicieron.  Vamos a ser claros, el cuerpo de ingenieros y fema no fueron hermanitas de la caridad.  Metieron las patas con co**nes.  La burocracia fue y es cosa mala.

Y ahora la sección de los recuerdan.  Recuerdan:

  • Cuando decían que no habían enviado las brigadas, pero no decían que no tenían materiales.
  • Cuando decían que habían solicitado ayuda, cuando en realidad se tardaron siete semanas en pedirla.
  • Cuando decían que había suministros suficientes, pero no llegaban a los supermercados, porque fema los “aguantaba” en los muelles.  En realidad, no tenían la logística ni los recursos para mover los suministros.
  • Por último, cuando dijeron que para el día 15 de diciembre el 95% de la población iba a tener servicio de electricidad.

Espero que recuerden eso, entre muchas otras cosas.

Fema fue un verdadero “pain in the ass”.  Controló la gasolina, controló las compañías privadas de distribución de alimentos, controló los muelles, en resumen, nos controló hasta el vivir.  Se tardó en asistir a los damnificados en una forma brutal.  Recuerdo que en Naranjito se tardaron tres semanas en enviar la primera ayuda.  Ya que la ayuda no llegaba a allá, pues nos tuvimos que mover a llevar agua y latas.  No sólo porque la ayuda de fema no llegaba.  No había comida en los supermercados.  No había muchos supermercados porque no había electricidad.  Los pocos que estaban en funciones, era porque estaban con planta eléctrica y no eran consistentes en sus operaciones.  Las filas para compras seis latas de atún y del chef eran monumentales.  Y cuando había que comprar para mucha gente, esos límites te fastidiaban la existencia.  Y para acabar con fema, nunca recibí de ellos ni una botella de agua, así que gracias por nada.

Siete semanas.  Ese fue el tiempo que se tardó el gobierno en pedir ayuda a las agencias eléctricas de Estados Unidos.  Prohibido olvidar.

Después ocurrieron muchas cosas que descarrilaron los esfuerzos de reconstrucción por parte del gobierno central.  La búsqueda de la estadidad, los revoluces en la CEE, la AEE, turismo, educación, seguridad, la junta.  En muchas ocasiones se notaba que los esfuerzos no tenían una cabeza que coordinara los esfuerzos.  Dicho sea de paso, aún hoy eso no ha mejorado.

Como he mencionado, los problemas de credibilidad, que ya existían desde hace años, han empeorado en este último año.  La pregunta es, ¿después de lo que ha pasado con los vagones y las aguas abandonadas, alguien va a confiar en nosotros?  Por desgracia, ese es el legado de Ricky.  No se puede creer en nosotros.  En próximas ocasiones no nos va a enviar ni un “blony”.  Lo único que espero es que no venga otra cosa de esas o un terremoto, porque nos va a llevar quien nos trajo.

Eso queríamos, eso tenemos.

Se me estaba quedando una cosa.  Hoy por casualidades de la existencia, Unidos por Puerto Rico esta de “media tour” explicando las cosas que hizo, como las hizo, y con quien las hizo.  Dicen que están terminando la primera fase de su trabajo.  Dicen que todos los que crearon la organización son tan filántropos que donaron de su tiempo y recursos para hacer ese trabajo. (Ujum) Dicen que los recursos fueron asignados a instituciones sin fines de lucro para que ellos hicieran el trabajo (obviamente, ellos nunca salieron del COE Resort o sus oficinas de Hato Rey).  Perdón, nunca escuché la pregunta sobre los setenta y ocho parques que iban a restaurar a finales de diciembre.  ¿Recuerdan que ese proyecto fue anunciado por Bea?  Aún hay mucha gente con toldos en los techos, y en principio, esa era parte del propósito de esa organización benefactora.  Se supone que al cumplir el propósito (supuestamente), la organización sea desintegrada.  Eso no va a pasar.  Las instituciones de ayuda significan muchos billetes.  Pueden preguntarle al CEO de Fondos Unidos US.

Por último, una de las cosas que más se afectó después de los huracanes fue la salud mental de los quedamos en este país.  Mucha gente, si no murió por consecuencias directas del huracán, están muriendo porque no soportan como están las cosas a consecuencia del huracán.  Problemas personales, problemas económicos, problemas en los trabajos, incertidumbre por la junta, incertidumbre por las nuevas reglas de juego en la sociedad.  No es raro que la gente esté pensando en comerse una tortilla de pastillas o usar una soga de corbata.  Hay que trabajar ese asunto, pero cuando el gobierno nos está quitando la poca calidad de vida que teníamos, pues la cuesta se empina mucho más.  Hay que orar.

Ese fue el escrito, espero les haya gustado.  Ya ha pasado un año y está prohibido olvidar la historia.  Están invitados a completar una encuesta que está incluida en esta página.  Le agradeceré su ayuda en este asunto.

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